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Estoy haciendo de la ciclotimia un estilo de vida

viernes, 18 de enero de 2008

La vieja chota

Advertencia! El siguiente texto es la dramatización de un hecho real y contiene lenguaje adulto

Día gris, el cielo no se decide y cae una lloviznita que no moja pero molesta. Salgo a la vereda angosta y a las pocas cuadras me encuentro con el temido espécimen.
Caminando lento, con un taconeo casi maquiavélico y un paraguas del tamaño de una sombrilla, se apodera de la breve senda.
Amago por la izquierda, dribleo por la derecha pero a pesar de su escasa movilidad la criatura me impide el paso.
El diablito en mi siniestra me dice “remontala de un voleo en el upite!”, el angelito en mi diestra responde “ma´sí!” mientras dentro de mi cabeza empieza a sonar Hell Bells y se me nubla la vista por la presión de la sangre en los globos oculares.
No puedo pasarla, no puedo saltarla, no puedo eludirla de ninguna forma para seguir con mi camino.
De golpe, el ejemplar se detiene bruscamente ante la visión de un articulo que atrae su atención desde una vidriera. Mis reflejos fallan y mis ojos quedan a escasos centímetros de las afiladas varillas de su paraguas.
Con perversa indiferencia la vieja chota se da vuelta y me dice con sorna - ¿te lastimaste?
La furia sube por mi garganta y no hablo, mas bien escupo - ¡No llueve señora, por qué no cierra el paraguas y se lo mete en el orto!
- Sos una maleducada!, grita la vieja pero yo sé que en el fondo está feliz porque logró su objetivo básico, joder.
- Prefiero ser maleducada y no tuerta, mascullo mientras bajo a la calle para alejarme lo mas pronto posible de la siniestra criatura.
Quiero aclarar que la chotes y la edad no son sinónimos, la vieja chota fue evolucionando de una niña mala a una adolescente amarga y de una joven reprimida a una adulta resentida. Son una subespecie que se siente realizada en la obstrucción del paso, la queja en el comercio, el empujón en el bondi para estar cerca del timbre aunque falten diez cuadras para la parada. Y estos son sólo algunos ejemplos.
Por eso, tengan cuidado. La vieja chota está ahí, agazapada a la espera del momento oportuno.
Brotan con la lluvia como los hongos y el moho deseosas de cruzarse con su némesis, una neurótica obsesiva e intolerante como yo.

4 comentarios:

Leandro dijo...

El otro día me di cuenta que, si no empezaba a solucionarlo, iba camino a ser un adulto resentido. Menos mal que me di cuenta. estamos trabajando en ello.
Saludos y éxitos con la aventura literaria

diego dijo...

uhh, temo decir que coincido un poco con def, de todas formas un buen paraguas en el úpite le cambiarían la postura altanera a varias y varios..., por una postura mucho más feliz, claro.

pd: ojo los paraguas chinos, se rompen, puede quedar un pedazo adentro

Emepol dijo...

Uh!! Otra de Sociales con un blog!! :)

el_griego dijo...

ah sí! el día que conocí a Gaby L sin conocerla. Momento inolvidable. Cuál? El del relato. El de la lectura. El día que lo recordé. Cuando te lo comenté. Este.