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Estoy haciendo de la ciclotimia un estilo de vida

jueves, 6 de marzo de 2008

Hoy, cuentito: La conexión

Lo saben. Lo saben y no me dicen nada. Me están acorralando silenciosamente esperando el momento en que yo mismo me entregue. ¿Creerán que tengo conciencia? No, después de todo son hombres de negocios aunque ahora me señalen como a un Judas. Cualquiera de ellos también lo sería si les pagaran su justo precio.
Tengo que apurarme, pronto se van a cansar de esta tortura psicológica y van a querer ver medidas más concretas (y más sangrientas) en mi contra.
Se reunieron, eso no puede ser bueno. Me falta tiempo y me sobran ojos controlando mis actos. Por lo menos la tecnología está de mi lado, mi notebook no está dentro de la red de la empresa y puedo conectarla a Internet con mi celular.
Necesito un lugar seguro o por lo menos solitario. Agarro mis cosas y camino con fingida tranquilidad hacia el ascensor. Total no pasa nada, todavía.
Subsuelo, estacionamiento. Sentarme en el piso entre dos autos no será lo más cómodo pero es lo más razonable en esta situación. Si intento salir caminando o con el coche tengo que pasar la tarjeta de seguridad y ya deben haber advertido a vigilancia que no me dejen salir de la empresa. ¡Abrite rápido Ventana del demonio!; si, al fin...ya estoy conectado.
No van a poder conmigo, cuando se den cuenta ya voy a haber enviado toda la información y voy a estar muy lejos, no sé como pero...¿qué es esa alarma? LOW BATERY, ¿¡ahora!? El cargador tiene que estar acá, yo lo puse en el portafolios de la computadora. Si, si, acá está. Todo va a ser perfecto si encuentro un tomacorriente. Ahí, contra el zócalo. Definitivamente Dios me ama. No, yo soy Dios.
¿Por qué la alarma no para de sonar? Ya está, ya la enchufé, tendría que estar cargando. Pero...¿de quién es esa mano en el piso junto al cable? Dios mío, ¡es mi mano! Mi mano inerte con la ficha de tres patas planas está tirada a centímetros de la pared y su tomacorriente de dos agujeros redondos. Redondos como los balazos en mi nuca.