Cosas que te hacen sentir que estas envejeciendo:
Conoces gente que nació en años de los cuales vos tenés recuerdos
El canal Volver pasa los programas que mirabas en tu adolescencia
Se pone de moda ropa que vos ya usaste
Y ahí está la madre del borrego. Es cierto que nada se pierde, todo se transforma pero no es lo mismo que tu vieja te diga que ella tenía un vestidito como ese que te compraste, que ver en una vidriera ese equipete que tenés en una foto de un cumpleaños de una amiga de la primaria y/o secundaria
De más está decir que si, tengo esa foto pero jamás de los jamases saldrán a la luz.
Y aquí el por qué del titulo. La calza, ese invento del demonio. Esa prenda que en pleno furor de la lycra brillante aterrizó en forma de “ciclista”, para ir copando el mercado con distintos largos y cortes.
En mis años mozos, se usaba la calza con otro engendro nefasto llamado vestido bobo. Y, como si fuera poco, la combinación se completaba con una vincha ancha….de lycra obvio.
Como si a los diseñadores de ese momento les hubiera agarrado un ataque de epilepsia mientras laburaban, los colores y estampados podían llegar a ser: vestido bobo blanco con lunares, grandes como los del juego Twister, en color fuscia rabioso con calzas haciendo juego. O calzas, brillantes, con estampado símil caribe multicolor y bobo liso porque ya era suficientemente ridículo.
El tema es que la calza volvió. Ya sin el bobo, por suerte, pero con su misma adherencia. Y a quién le queda bien la calza? Absolutamente a nadie. Ok, a Dolores Barreiro, pero yo hablo de gente normal.
Si sos gorda, olvidate. Si sos flaca, te hace patas de tero. Si tenes cuerpo de Conogol (ese es mi cuerpo! como diría Jorge Rossi) te agranda las caderas y te afina los tobillos todavía mas. Y ni hablar de las calzas blancas o de colores claros que hacen público tu estilo de ropa interior y cada pozo de celulitis.
Claro, no faltará el comentario masculino que dirá “a mi la calza me calienta” (si si, lo digo por vos) y ese es el ultimo punto en contra de esta prenda, calienta. Y estamos en verano, no voy a desarrollar esto porque creo que se entiende y no sería de buen gusto.
Por eso, usala en el gimnasio, en la limpieza de tu casa los sábados, para dormir si sos muy friolenta pero por favor basta de calzas publicas.
Conoces gente que nació en años de los cuales vos tenés recuerdos
El canal Volver pasa los programas que mirabas en tu adolescencia
Se pone de moda ropa que vos ya usaste
Y ahí está la madre del borrego. Es cierto que nada se pierde, todo se transforma pero no es lo mismo que tu vieja te diga que ella tenía un vestidito como ese que te compraste, que ver en una vidriera ese equipete que tenés en una foto de un cumpleaños de una amiga de la primaria y/o secundaria
De más está decir que si, tengo esa foto pero jamás de los jamases saldrán a la luz.
Y aquí el por qué del titulo. La calza, ese invento del demonio. Esa prenda que en pleno furor de la lycra brillante aterrizó en forma de “ciclista”, para ir copando el mercado con distintos largos y cortes.
En mis años mozos, se usaba la calza con otro engendro nefasto llamado vestido bobo. Y, como si fuera poco, la combinación se completaba con una vincha ancha….de lycra obvio.
Como si a los diseñadores de ese momento les hubiera agarrado un ataque de epilepsia mientras laburaban, los colores y estampados podían llegar a ser: vestido bobo blanco con lunares, grandes como los del juego Twister, en color fuscia rabioso con calzas haciendo juego. O calzas, brillantes, con estampado símil caribe multicolor y bobo liso porque ya era suficientemente ridículo.
El tema es que la calza volvió. Ya sin el bobo, por suerte, pero con su misma adherencia. Y a quién le queda bien la calza? Absolutamente a nadie. Ok, a Dolores Barreiro, pero yo hablo de gente normal.
Si sos gorda, olvidate. Si sos flaca, te hace patas de tero. Si tenes cuerpo de Conogol (ese es mi cuerpo! como diría Jorge Rossi) te agranda las caderas y te afina los tobillos todavía mas. Y ni hablar de las calzas blancas o de colores claros que hacen público tu estilo de ropa interior y cada pozo de celulitis.
Claro, no faltará el comentario masculino que dirá “a mi la calza me calienta” (si si, lo digo por vos) y ese es el ultimo punto en contra de esta prenda, calienta. Y estamos en verano, no voy a desarrollar esto porque creo que se entiende y no sería de buen gusto.
Por eso, usala en el gimnasio, en la limpieza de tu casa los sábados, para dormir si sos muy friolenta pero por favor basta de calzas publicas.