A pedido del público y por falta de inspiración para hablar de temas más gratos, voy a dedicar el post de hoy a las relaciones enfermizas.
A ver, ¿hay alguien que esté leyendo esto que nunca sufrió, padeció y/o parió una relación que por cada día de felicidad le dio una semana de tormento? Listo, flaquita/o deja de leer.
Almas heridas del mundo uníos!!! Ya lloraste; ya sufriste; ya dijiste “nunca más”; ya volviste arrastrándote cual inmunda alimaña; ya dijiste “ahora si, se acabó”; ya volviste a caer ante la llamada que te promete que las cosas van a ser diferentes; y después de toooooooooodo eso, ¿aprendiste algo?
Si tu respuesta es si, me rindo ante tu psicólogo y tu fuerza de voluntad. Si tu respuesta es no, hacete a la idea de pasarla mal porque vas a repetir la historieta hasta que el infierno se congele. Y si tu respuesta es aprendí algo, únete al club!
Casi todas las mujeres que conozco se sienten atraídas por hombres que les van a complicar la vida: freaks, psicópatas, nenes de mamá, fóbicos, celosos y un largo etcétera ¿Por qué? Que se yo.
Y la cosa no queda en mi género. Buenos muchachos trastornados por una loca, histérica, libre pero todavía enganchada con un ex, etc etc etc……etc.
Según mi ultimo sondeo de opinión, el por qué nos atraen tanto las relaciones que de entrada sabemos que nos va a hacer mal reside en nuestras propias carencias. Tenemos esa secreta esperanza de que con nuestros cuidados, amor y paciencia convertiremos al sapo en príncipe o princesa y así, ante nuestra magnifica obra consumada, nos elevaremos por encima de nuestras propias fallas. De ultima siempre podemos susurrar (con los ojos llenos de lagrimas y el mentón tembloroso) “¿como me podes hacer esto a mi?!”
Así las cosas, no se ustedes pero yo llegue hasta aquí con esas relaciones. Yo quiero un señor mentalmente sanito, que quiera quererme mucho, hacerme mimos y compartir sus alegrías y tristezas sin tomarme ni de madre, ni de acompañante terapéutica, ni de soporte emocional.
Si encuentran uno, avisen. Ta jodido el mercado.